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El término “búsqueda” se refiere al proceso de descubrir, mantener y a veces transformar una relación con lo sagrado. Las personas pueden buscar lo sagrado tanto en contextos religiosos tradicionales como en contextos no tradicionales. Además, los caminos hacia lo sagrado pueden adoptar la forma de prácticas espirituales, como la meditación y la oración; creencias espirituales, como la creencia en una vida después de la muerte o el karma; relaciones espirituales con la familia, los amigos o las instituciones; y experiencias espirituales, como encuentros místicos y momentos sagrados (Pargament et al., 2013b). Es importante añadir que la espiritualidad ha demostrado su potencial para sacar lo mejor y lo peor de la naturaleza humana (por ejemplo, Pargament, 2002). Aquí nos centraremos predominantemente en el lado positivo de la espiritualidad.
Un amplio conjunto de investigaciones científicas ha descubierto que la espiritualidad desempeña un papel importante en el bienestar mental (por ejemplo, Paloutzian y Park, 2013; Pargament et al., 2013a) y en la salud física (Koenig et al., 2012) y también sirve como factor de protección en la adaptación psicológica a las experiencias vitales negativas (por ejemplo, Gall y Guirguis-Younger, 2013).
Flujo de energía en el cuerpo humano
La ciencia de la resistencia ha avanzado hasta el punto de que individuos, equipos y organizaciones enteras pueden, con algunas intervenciones sencillas, aumentar significativamente su capacidad para hacer las cosas.
A medida que aumentan las exigencias del lugar de trabajo, muchas personas responden dedicando cada vez más horas, lo que inevitablemente conduce a un agotamiento que cuesta tanto a la organización como al empleado. Mientras tanto, la gente da por sentado lo que alimenta su capacidad de trabajo: su energía. Aumentar esa capacidad es la mejor manera de hacer más, más rápido y mejor.
El tiempo es un recurso finito, pero la energía es diferente. Tiene cuatro fuentes -el cuerpo, las emociones, la mente y el espíritu- y en cada una de ellas puede ampliarse y renovarse sistemáticamente. En este artículo, Schwartz, fundadora del Proyecto Energía, describe cómo establecer rituales que construyan energía en las cuatro dimensiones clave. Por ejemplo, aprovechar los ritmos ultradianos del cuerpo haciendo descansos intermitentes restaura la energía física. Rechazar el papel de víctima y, en su lugar, ver los acontecimientos a través de tres lentes esperanzadoras desactiva las emociones negativas que agotan la energía. Evitar las constantes distracciones que ha introducido la tecnología aumenta la energía mental. Y participar en actividades que te den un sentido y un propósito aumenta la energía del espíritu.
Frecuencias de energía
C.S. Lewis dijo una vez: “No tienes un alma. Eres un alma. Tienes un cuerpo”. (Esta afirmación ha circulado por Internet y por la prensa.) Aunque suena bastante religiosa o metafísica, esta afirmación está ahora respaldada por la ciencia. Al menos, parcialmente.
Si alguno de estos elementos está desequilibrado, puede manifestarse a nivel visceral, como una dolencia física, un malestar emocional o mental, o una sensación de desconexión con uno mismo, con los demás y con la realidad en general. Y eso afectará directamente a tu experiencia humana.
Este es tu cuerpo visceral, compuesto por carne, piel, estructura ósea, órganos y sangre. En otras palabras, es una representación física de lo que percibes como yo. Y para la mayoría de las personas, es la única percepción del yo que tienen.
Esta percepción limitada del yo ha sido programada por la sociedad que nos ha enseñado a centrarnos únicamente en nuestro cuerpo físico. Así que alimentamos nuestros vasos, hacemos ejercicio para mantenernos en forma, nos duchamos y nos lavamos los dientes para asegurarnos de que este vaso funciona correctamente. Sin embargo, la mayoría de la gente no cuida lo suficiente este aspecto físico.
Siete cuerpos
Según las creencias espirituales, un aura o campo de energía es una emanación de color que se dice que encierra un cuerpo humano o cualquier animal u objeto[1]. En algunas posturas esotéricas, el aura se describe como un cuerpo sutil[2] Los psíquicos y los practicantes de la medicina holística a menudo afirman tener la capacidad de ver el tamaño, el color y el tipo de vibración de un aura[3].
En la medicina espiritual alternativa, el aura del ser humano es vista como parte de una anatomía oculta que refleja el estado del ser y de la salud de un cliente, a menudo se entiende que incluso comprende centros de fuerza vital llamados chakras[1] Tales afirmaciones no están respaldadas por pruebas científicas y son, por tanto, pseudociencia[4] Cuando se ha probado bajo experimentos científicos controlados, no se ha demostrado que la capacidad de ver auras exista[5].
En latín y en griego antiguo, aura significa viento, brisa o aliento. En el inglés medio se utilizaba para significar “brisa suave”. A finales del siglo XIX, la palabra se utilizaba en algunos círculos espiritistas para describir una supuesta emanación sutil alrededor del cuerpo[6][7].