Consumo de energía en el mundo
La electricidad es un bien que aporta un enorme valor a la vida moderna: desde tener luz por la noche hasta lavar la ropa, cocinar, hacer funcionar la maquinaria o conectarse con personas de todo el mundo. Muchos sostienen que es crucial para la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y la mejora del nivel de vida1.
Disponer de combustibles y tecnologías limpias para cocinar -es decir, combustibles no sólidos como el gas natural, el etanol o incluso las tecnologías eléctricas- hace que estos procesos sean más eficientes, ahorrando tiempo y energía.
Pero también conlleva enormes beneficios para la salud. El uso de combustibles sólidos para cocinar -como el carbón vegetal, los residuos de las cosechas o el estiércol- es uno de los principales factores de riesgo de muerte y mala salud por la contaminación del aire en interiores.
Pero la combinación de energías -el equilibrio de las fuentes de energía en el suministro- es cada vez más importante, ya que los países intentan abandonar los combustibles fósiles y optar por fuentes de energía bajas en carbono (nucleares o renovables, como la hidroeléctrica, la solar y la eólica).
Pero la quema de combustibles fósiles – carbón, petróleo y gas – es responsable de unas tres cuartas partes de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. También son una fuente importante de contaminación atmosférica, responsable de al menos cinco millones de muertes prematuras cada año.
Certificados de energía renovable México
En 2019, el plan de desarrollo energético del gobierno mexicano informó que, de los 317,820 GWh (gigawatts hora) de energía generada en México, el 23.46 por ciento fue producido por fuentes de energía limpia. Entre ellas se encuentran la eólica, la solar fotovoltaica, la bioenergía, la cogeneración eficiente, la geotérmica, la hidroeléctrica y la nuclear. En 2020, la generación de energía eléctrica fue de 312,347 GWh 6,628 GWh, de los cuales el 27.8 por ciento se produjo con fuentes de energía limpia.
En 2019, la capacidad instalada de las plantas de energía limpia en México, como la hidroeléctrica, la geotérmica, la eólica, la fotovoltaica y la bioenergía, era de 26,900 MW ,582 MW. En 2020 esa capacidad se incrementó en 9.7 por ciento con respecto al año anterior para llegar a 29,506 MW ,743 MW, principalmente por el crecimiento de las plantas eólicas y fotovoltaicas.
Según una publicación de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), México tiene un potencial de recursos importante y diverso y podría atraer inversiones a gran escala para diversificar su suministro energético. Si las condiciones del mercado son favorables, México podría seguir atrayendo inversiones para proyectos de energía renovable, como se ha visto en tres subastas de largo plazo que tuvieron lugar entre 2015 y 2018, cuando el marco del mercado eléctrico creado tras una importante reforma energética constitucional (2013-2014) incentivó el crecimiento de este sector. Esta reforma se centró en aumentar la inversión y el crecimiento mediante la creación de un mercado mayorista de electricidad para facilitar la competencia y reducir los costes. La reforma energética también pretendía aumentar la cobertura eléctrica y estimular el uso de energías limpias.
Irena méxico
Las tendencias de los sistemas energéticos mundiales repercuten en las perspectivas energéticas nacionales de todos los países, y México no es una excepción. Una serie de factores del último siglo, como el aumento sin precedentes del nivel de vida en Occidente y la rápida industrialización de China, han contribuido a
al aumento constante de la demanda mundial de energía primaria. Sin embargo, se espera que esta demanda se estabilice en 2030, principalmente debido al cambio hacia una economía más orientada a los servicios y a la mejora de la eficiencia energética. Además, se producirán cambios fundamentales en los mercados de aquí a 2050, y el impacto de esos cambios se extenderá a todos los sectores de la industria y afectará a todas las partes interesadas, incluidos los productores de energía, los gobiernos y los consumidores.
Nuestra investigación muestra que México podría convertirse en una potencia energética mundial si se realizan las inversiones adecuadas. El país cuenta con un conjunto diverso de fuentes de energía fósiles y no fósiles, como el petróleo, el gas, la energía solar, la energía eólica y la geotérmica, junto con un bajo coste de producción del petróleo, el acceso a mercados de gas de gran profundidad y un enorme potencial para el desarrollo de fuentes de energía renovables. Pero la mera disponibilidad de recursos no se traduce necesariamente en competitividad de costes. La dependencia de México de los combustibles fósiles no se ha traducido en menores costes para los consumidores. De hecho, el gasto por unidad de energía para el sector industrial ha aumentado constantemente en los últimos cinco años.
Demanda de energía en México
Población rural (% de la población total): Se refiere a las personas que viven en zonas rurales según la definición de las oficinas nacionales de estadística. Se calcula como la diferencia entre la población total y la población urbana.
PIB (US$ actual): Es la suma del valor bruto añadido por todos los productores residentes en la economía más los impuestos sobre los productos y menos las subvenciones no incluidas en el valor de los productos. Se calcula sin hacer deducciones por la depreciación de los activos fabricados ni por el agotamiento y la degradación de los recursos naturales.
Importaciones de energía netas (% del uso de energía): Se calcula como el uso de energía menos la producción, ambos medidos en equivalentes de petróleo. Un valor negativo indica que el país es un exportador neto. El uso de energía se refiere a la utilización de energía primaria antes de su transformación en otros combustibles de uso final, que es igual a la producción nacional más las importaciones y los cambios de existencias, menos las exportaciones y los combustibles suministrados a los buques y aeronaves dedicados al transporte internacional.
México es el 14º país más grande del mundo y el 11º por población. La economía mexicana es la duodécima del mundo por PIB (PPA) y la segunda de América Latina.[1] Sin embargo, bajo la brillante superficie de las cifras, la realidad suele ser más complicada. Un elevado coeficiente GINI refleja una mala distribución de la renta, en la que el 10% de los hogares más ricos obtienen el 34% de los ingresos, casi lo mismo que el 65% de los más pobres[2]. Por debajo de la tasa oficial de empleo del 95%, el subempleo podría alcanzar el 28%[3] y por debajo de la tasa de alfabetización del 92%, un analfabetismo funcional según la amplia definición de la UNESCO incluiría al 29% de la población[4].