Ataque a una central nuclear
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Berlín ha descartado ampliar la vida útil de su actual parque nuclear, dejando de lado las preocupaciones por la seguridad energética después de que Moscú amenazara con interrumpir el suministro de gas a Alemania en represalia por las sanciones occidentales en la actual guerra entre Rusia y Ucrania.
Alemania comenzó a reducir la capacidad de su parque nuclear de 9,5 GW a finales del año pasado, cerrando 4,2 GW en tres emplazamientos como parte de un esfuerzo nacional para acabar con la energía nuclear tras el accidente de Fukushima de 2011.
La investigación del Gobierno concluyó el martes (8 de marzo) que mantener en línea el parque nuclear restante del país “no era recomendable” en este momento y que era demasiado tarde para reactivar las centrales ya cerradas.
“Hemos examinado de nuevo con mucho cuidado si un funcionamiento más prolongado de las centrales nucleares nos ayudaría en esta situación de política exterior”, dijo el vicecanciller alemán Robert Habeck en un comunicado el martes.
La evaluación del Gobierno sobre las ventajas de la energía nuclear se produce después de que Moscú amenazara abiertamente con interrumpir el suministro de gas a través del gasoducto Nord Stream 1 a Alemania tras la decisión de Berlín de congelar el proceso de certificación del Nord Stream 2.
Central nuclear en llamas
Combinación de generación: carbón 182 TWh (30%); eólica 126 TWh (21%); gas natural 90,8 TWh (15%); nuclear 75,1 TWh (12%); biocombustibles y residuos 57,0 TWh (9%); solar 46,4 TWh (8%); hidráulica 25,7 TWh (4%); petróleo 4,8 TWh (1%).
Las exportaciones se dirigieron principalmente a Austria, Países Bajos, Polonia y República Checa, con importaciones netas de Francia. Alemania es uno de los mayores importadores de gas, carbón y petróleo del mundo, y cuenta con pocos recursos nacionales, aparte del lignito y las energías renovables (véase el apartado posterior). La preponderancia del carbón convierte al país en el mayor emisor de dióxido de carbono de Europa.
La capacidad de generación a finales de 2019 era de 232 GWe, compuesta por 60,7 GWe de energía eólica, 49,0 GWe de energía solar, 46,0 GWe de gas natural, 45,4 GWe de carbón, 10,7 GWe de energía hidroeléctrica, 9,5 GWe de energía nuclear, 6,6 GWe de biocombustibles y residuos, 3,4 GWe de petróleo (cifras de la AIE). La capacidad total ha aumentado en más de un 130% GWe desde 1990 para dar sólo un 11% más de energía; cerca del 28% de la producción procede de la eólica y la solar, de casi la mitad de la capacidad total.
“A lo largo de la última década, los bienintencionados responsables políticos de Alemania y otros países europeos crearon políticas de energías renovables con generosas subvenciones que poco a poco se han revelado insostenibles, lo que ha provocado profundas consecuencias no deseadas para todas las partes interesadas del sector. Si bien estas políticas han creado un impresionante despliegue de recursos energéticos renovables, también han generado un claro desequilibrio en los mercados de la energía, lo que ha provocado un aumento significativo de los precios de la energía para la mayoría de los usuarios, así como la destrucción de valor para todas las partes interesadas: consumidores, empresas de renovables, empresas eléctricas, instituciones financieras e inversores”. Este es el párrafo introductorio de un informe de julio de 2014 elaborado por Finadvice para el Edison Electric Institute y clientes europeos. Véase el apartado posterior con los detalles del mismo.
Primera central nuclear
Una central nuclear (a veces abreviada como NPP)[1] es una central térmica en la que la fuente de calor es un reactor nuclear. Como es habitual en las centrales térmicas, el calor se utiliza para generar vapor que acciona una turbina de vapor conectada a un generador que produce electricidad. En 2022 [actualización], el Organismo Internacional de Energía Atómica informó de que había 439 reactores nucleares en funcionamiento en 32 países de todo el mundo[2][3].
Las centrales nucleares tienen una huella de carbono comparable a la de las energías renovables, como los parques solares y eólicos,[6][7] y mucho menor que la de los combustibles fósiles, como el gas natural y el lignito. A pesar de algunas catástrofes espectaculares, las centrales nucleares se encuentran entre los modos más seguros de generación de electricidad,[8] comparables a las centrales solares y eólicas[9].
La primera central a gran escala del mundo, Calder Hall, en el Reino Unido, se inauguró el 17 de octubre de 1956[15]. La primera central a gran escala del mundo dedicada exclusivamente a la producción de electricidad -Calder Hall también estaba destinada a producir plutonio-, la central atómica de Shippingport, en Pensilvania (Estados Unidos), se conectó a la red el 18 de diciembre de 1957.
Ventajas y desventajas de las centrales nucleares
El abandono de la energía nuclear forma parte de la Energiewende (transición energética) tanto como el paso a una economía baja en carbono. A pesar de las continuas disputas sobre sus costes y de la percepción internacional de que la “angustia alemana” provocó el cierre de los reactores por parte del Gobierno tras el accidente de Fukushima, la mayoría de los alemanes sigue estando a favor de poner fin a la energía nuclear.
¿Un enfoque contradictorio? Alemania quiere frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, pero al mismo tiempo va a cerrar todas sus centrales nucleares, que en el año 2000 tenían una cuota del 29,5% del mix de generación de energía. En 2020 la cuota se redujo al 11,4%, y en 2022 se cerrarán todas las centrales nucleares. El país persigue el objetivo de llenar el vacío con energías renovables. Esta ficha informativa ofrece los antecedentes de la decisión de Alemania de abandonar la energía nuclear.
Alemania se ha fijado un doble objetivo con su transición energética, o Energiewende: El país quiere pasar de la generación de energía basada en los combustibles fósiles a un sector energético en gran medida libre de carbono, al tiempo que elimina progresivamente la energía nuclear para 2022. Lo que muchos observadores internacionales han descrito como una reacción de pánico tras la catástrofe de Fukushima en 2011 tiene en realidad una larga historia y está profundamente arraigada en la sociedad alemana.